- (2015) Volume 11, Issue 3
Programa de Pós-Graduação em Ciências Farmacêuticas, Universidade de Sorocaba, São Paulo Brasil.
Received date: August 01, 2015 Accepted date: August 05, 2015 Published date: August 10, 2015
Keywords
Sleep, Prescription drugs, Depression
Editorial
“Una buena noche de descanso es tan importante como la dieta o el ejercicio físico para mantenernos felices y saludables” [1]. En este contexto, se llevan a cabo muchas investigaciones para saber lo que pasa si dormimos bien o mal. La evidencia científica sugiere que la duración del sueño en adultos debe ser alrededor de 7-8 horas y se asocia con una buena calidad de vida [2].
La privación del sueño ha sido investigada previamente [3]. Entre las principales consecuencias se describen alucinaciones y mal humor; sin embargo, otras evidencias sugieren que afectan a la gran mayoría de las funciones del cuerpo [4].
El insomnio es la modalidad de privación más común. Se define como una queja subjetiva de dificultad para conciliar el sueño, dificultad para mantenerlo, o despertarse temprano por la mañana [5]. Los síntomas ocurren al menos tres noches a la semana por tres meses y generan consecuencias negativas para el resto del día. En Brasil, su prevalencia es del 33.7% en ancianos [6]. Ser mujer, de bajos ingresos, bajo nivel educativo, de edad más joven, tener alguna enfermedad psiquiátrica, neumonía, infección urinaria, problemas dermatológicos y/o hipertensión se asociaron significativamente con las alteraciones del sueño. La depresión es la comorbilidad más asociada a la privación del sueño, combinación que está relacionada con mayor riesgo de suicidio según un reciente meta-análisis [7].
Los hipnóticos son algunos de los medicamentos más recetados en todo el mundo para los trastornos del sueño [8]. Otras opciones incluyen terapias cognitivo-conductuales y terapias alternativas, como fitoterapia y acupuntura [9]. El efecto esperado es la aparición y el mantenimiento del estado de reposo a fin de parecerse al estado natural de descanso fisiológico. Las benzodiazepinas y los “medicamentos z” (zolpidem, zaleplon y zopiclona) son las más comúnmente prescritos [10]. El uso de pastillas para dormir puede ser influenciado por la presencia de síntomas depresivos, una vez que la privación del sueño es común en personas con depresión.
En 2013, Brasil realizó la Encuesta Nacional de Salud para evaluar los aspectos relacionados con la percepción del estado de salud, estilos de vida y las enfermedades crónicas [11]. Se incluyó a 44 072 personas: 62.1% mujeres; edad media 45.6 ± 29.7 años. En el cuestionario, se encontraba la siguiente pregunta: “¿En las últimas dos semanas el señor (a) ha tomado algún medicamento para dormir?”. 8.5% (IC 95%: 8.0-9.0%) respondieron positivamente, o sea, casi uno de cada diez brasileños usaron pastillas para inducir el sueño en las dos semanas anteriores. En la Figura 1, se presenta la frecuencia del uso de medicamentos para dormir por unidades federadas y se observó que en la población de Minas Gerais había mayor uso.
Figura 1: Consumo de pastillas para dormir en Brasil, 2013.
Entre los que usaban pastillas para dormir, el 9.7% (IC 95%: 8.02-11.03%) las tomó sin consejo médico. La duración media del tratamiento fue de 9.9 ± 8.3 días. La Tabla 1 muestra que el consumo de pastillas para dormir es directamente proporcional a la severidad de los síntomas depresivos. Haciendo estratificación por estado civil, la viudez es un factor asociado con mayor uso de pastillas para dormir que los solteros (Figura 2).
Figura 2: Predicción en uso de pastillas para dormir con la puntuación PHQ-9 por estado civil.
Los hallazgos sugieren que los brasileños que usan pastillas para dormir deben buscar ayuda psiquiatra para evaluar posible coexistencia de depresión.
Conflictos de Interés
Los autores declaran no tener conflictos de interés con la publicación de este artículo.
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