Opinion - (2022) Volume 18, Issue 12
Received: 21-Nov-2022, Manuscript No. IPADM-22-13275; Editor assigned: 24-Nov-2022, Pre QC No. IPADM-22-13275(PQ); Reviewed: 08-Dec-2022, QC No. IPADM-22-13275; Revised: 12-Dec-2022, Manuscript No. IPADM-22-13275(R); Published: 19-Dec-2022, DOI: 10.36648/1698-9465.22.18.1575
La hipertensión arterial se diagnostica cuando las mediciones repetidas en el consultorio de un médico arrojan valores de 140/90 mmHg o más. El diagnóstico debe confirmarse mediante un control ambulatorio de la presión arterial de 24 horas o mediante medición domiciliaria. También se deben considerar otros factores de riesgo y daños en los órganos diana. Según las guías europeas vigentes, el objetivo de presión arterial para todos los pacientes, incluidos aquellos con diabetes mellitus o insuficiencia renal, es <140/90 mmHg. Si el tratamiento es bien tolerado, para la mayoría de los pacientes se recomienda una mayor reducción de la presión arterial, con un límite inferior definido. Las principales medidas no farmacológicas contra la hipertensión arterial son la reducción de sal en la dieta, evitar el consumo excesivo de alcohol, dejar de fumar, una dieta equilibrada, ejercicio físico y pérdida de peso [1].
Los medicamentos de primera línea para la hipertensión arterial incluyen bloqueadores de los canales de calcio dihidropiridínicos de acción prolongada, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o bloqueadores de los receptores de angiotensina y diuréticos similares a las tiazidas. Los bloqueadores de los receptores de mineralocorticoides son efectivos en pacientes cuya presión arterial no puede llevarse a un rango aceptable con medicamentos de primera línea [2].
El aumento de la tensión circulatoria debe deberse a un aumento del rendimiento cardíaco, una obstrucción vascular periférica elevada o una combinación de ambos. Cada uno de estos sistemas es manejado, pues, por ciclos hemodinámicos, cerebrales, humorales y renales, todos los cuales difieren en su compromiso comenzando con un individuo y luego con el siguiente. A medida que las personas envejecen, la razón más frecuente de la hipertensión suele ser una obstrucción vascular periférica elevada, a menudo combinada con una solidez dilatada de los vasos, que se manifiesta clínicamente como hipertensión sistólica desconectada. Múltiples mecanismos hemodinámicos, neurales y renales conducen a un aumento del gasto cardíaco y/o de la resistencia vascular periférica. El producto de estas dos variables hemodinámicas determina la presión arterial. ANP, péptido natriurético auricular, BNP, péptido natriurético tipo B, RAAS, sistema renina-angiotensina-aldosterona.
La determinación debe confirmarse mediante una estimación móvil de 24 horas o mediante estimaciones robotizadas de la tensión circulatoria en el hogar. Las cualidades adquiridas por estas técnicas suelen ser inferiores a las que se obtienen en la consulta del especialista [3]. Esta realidad es considerada por los valores de corte más bajos sugeridos. Una estimación móvil de 24 horas también es de especial apoyo para conocer la presencia de hipertensión de bata blanca o de hipertensión encubierta. Un paciente con hipertensión de bata blanca tiene constantemente un pulso elevado en la consulta del especialista, pero con calidades normales cuando se estima en casa. La frecuencia de esta peculiaridad en todos ronda el 13%. El riesgo prolongado de eventos cardiovasculares puede ser un poco mayor en personas con hipertensión de bata blanca que en personas sin ella. Además, antes de administrar cualquier tratamiento, se deben excluir las posibles causas de hipertensión secundaria. Debe tenerse en cuenta la posibilidad de pseudorresistencia al tratamiento por hipertensión de bata blanca o cumplimiento subóptimo del fármaco. El cumplimiento puede verificarse mediante la medición de la presión arterial después de la ingesta supervisada del fármaco, o bien mediante la medición del principio activo en el suero o la orina del paciente.
La frecuencia de efectos secundarios graves y la tasa de interrupción del tratamiento no difirieron entre los grupos de tratamiento. La actividad elevada del sistema nervioso simpático también proporciona la base para algunas de las técnicas de intervención que se han desarrollado para este grupo de pacientes [4,5]. El tratamiento de la hipertensión arterial con una combinación de intervenciones en el estilo de vida y medicamentos puede reducir notablemente el riesgo cardiovascular. En la mayoría de los pacientes, la presión arterial se puede reducir de manera efectiva con medicamentos antihipertensivos de primera línea, pero la inmunoterapia a menudo no es suficiente. Con respecto a los valores objetivo de presión arterial, quedan muchas preguntas abiertas. Esperamos que los valores objetivo recién modificados den lugar a un animado debate sobre sus ventajas y riesgos potenciales en un futuro muy próximo.
Indexed at, Google Scholar, Cross Ref
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