Editorial - (2021) Volume 17, Issue 2
1Grupo GINUMED, Programa de Medicina. Corporación Universitaria Rafael Núñez, Cartagena de India, Colombia
2Facultad de Medicina, Corporación Universitaria Rafael Núñez. Cartagena de Indias, Colombia
Fecha de recepción: February 02, 2021, Fecha de aceptación: March 11, 2021, Fecha de publicación: March 18, 2021
Editorial
El símbolo del mercurio - Hg – “deriva de la palabra griega hydrargyros, (“agua plateada”). Los romanos lo denominaron Argentum Vivum, (“Plata viva”) Ocupa la zona de los metales en la Tabla Periódica de los Elementos, con Nº atómico 80. Fue descrito por primera vez como elemento por el químico francés Antoine Laurent Lavoisier en sus experimentos sobre la composición del aire [1].
Existe en varias formas: elemental (o metálico) e inorgánico y orgánico (como el metilmercurio, que penetra en el cuerpo humano por vía alimentaria). Estas formas de van a diferenciarse por su grado de toxicidad y los efectos que puedan producir sobre el organismo, este puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, pulmones, riñones, visión y causar graves problemas en desarrollo intrauterino junto con las primeras etapas de vida [2].
El Mercurio elemental (“Azogue”; “Hidrargirio”; “Mercurio coloidal”; fórmula: Hg0; Nº CAS 7439-97-6) es un elemento de color plateado, inodoro, pesado, 13,5 veces más denso que el agua. Tiene una muy baja presión de vapor, un punto de ebullición de 356.72 °C y emite vapores a temperatura ambiente. Es buen conductor de la electricidad y su coeficiente de dilatación es prácticamente constante. Es el único metal que se encuentra en estado líquido a temperatura ambiente [3].
Este elemento presente de forma natural en la corteza terrestre (en la que se lo encuentra comúnmente como sulfuro, Cinabrio– HgS, más de 80% de Mercurio, con frecuencia como rojo de cinabrio y con menos abundancia como metacinabrio negro.), en forma natural en el aire, el agua y los suelos, además puede provenir de distintas fuentes como son la actividad volcánica, la erosión de las rocas y la actividad humana (principal causa de las emisiones: procedentes sobre todo de la combustión de carbón en centrales eléctricas, de procesos industriales, incineración de residuos y de la extracción minera) [4].
Una vez liberado el mercurio al medio, ciertas bacterias pueden transformarlo en metilmercurio. Este se acumula entonces en peces y mariscos (se entiende por bioacumulación una concentración de la sustancia más elevada en el organismo que en su entorno). El metilmercurio pasa también por un proceso de bioamplificación. Los grandes peces depredadores, por ejemplo, tienen más probabilidades de presentar niveles elevados de mercurio por haber devorado a muchos peces pequeños que a su vez lo habrán ingerido al alimentarse de plankton [5].
El mercurio, en forma de tiomersal (etilmercurio), se utiliza en cantidades muy pequeñas como conservante en algunas vacunas y productos farmacéuticos. El metilmercurio es muy diferente del etilmercurio ya que este último es metabolizado rápidamente por el organismo y no se acumula. La OMS ha seguido de cerca durante más de 10 años las evidencias científicas sobre el uso del tiomersal como conservante de las vacunas y ha llegado sistemáticamente a la misma conclusión: no hay pruebas de que la cantidad de tiomersal utilizada en las vacunas suponga un riesgo para la salud [6].
A diario el hombre se encuentra expuesto a pequeñas cantidades de mercurio las cuales sin previo aviso están siendo consumidos por diversos mecanismos, entre estos desde estar en contacto con el ambiente, hasta lo que ingerimos y va a depender de la puerta de entrada, toxicidad, duración y concentración en el cuerpo para determinar el grado de perjuicios que causará, entre estos tenemos:
Mercurio y microtubulos: Este metal no solo es capaz de inhibir la formación de polímeros de microtúbulos, sino también de disminuir la síntesis de tubulina. Además, hay una inhibición de la formación de polímeros de tubulina cerebral ejercida por el mercurio con una elevada cooperatividad.
Mercurio, estrés oxidativo y apoptosis: Entre los efectos relacionados con la toxicidad por mercurio, la generación de EO representa una de las principales vías de neurotoxicidad. El EO celular se produce por la formación de especies reactivas de oxígeno (ERO) que son capaces de reaccionar con estructuras celulares, como la membrana mitocondrial, y producir un daño extenso. El SN es extremadamente sensible a este proceso de EO, debido principalmente a sus débiles defensas antioxidantes. Estas especies se forman de manera natural como subproducto del metabolismo normal del oxígeno y tienen un importante papel en la señalización cellular [7].
El uso de suplementos de compuestos antioxidantes, como el trolox (vitamina E), la vitamina C o la melatonina, se ha revelado sumamente eficaz, no sólo como protección frente al EO causado por mercurio, sino también como acción preventiva ante la contaminación.
Mercurio y autoinmunidad: La existencia de mecanismos inmunomoduladores independientes, debido a las diversas funciones de estas moléculas, ocasiona diferentes manifestaciones de la respuesta inmunitaria, como la actividad policlonal y la producción de autoanticuerpos específicos.
A nivel del sistema osteomuscular, teniendo en cuenta que aquí se acumula un 44% del mercurio total que ingresa a nuestro cuerpo y un 54% del metilmercurio, se ha reportado formación de granulomas asintomáticos, datos de celulitis con presencia de dolor y eritema en el sitio afectado o formación de abscesos y necrosis, que frecuentemente se presentan sin sintomatología sistémica[8].
Algunas manifestaciones son:
• Espasmos musculares: Es una contracción sostenida e involuntaria de un músculo o grupo de ellos, que cursa con dolor leve o intenso, y que puede hacer que dichos músculos se endurezcan o se abulten. Y Temblor.
• Fibromialgia: Dolor y sensibilidad muscular generalizados.
• Osteopenia: Afección que se produce cuando el cuerpo no fabrica nuevo tejido óseo con la misma rapidez que reabsorbe el antiguo tejido óseo. Por lo general, no se presentan síntomas, a menos que la enfermedad avance hasta convertirse en osteoporosis.
• Osteoporosis: Afección en la que los huesos se debilitan y se vuelven frágiles. Muchas personas no presentan síntomas hasta que sufren una fractura ósea.
Concluimos que la reactividad química del mercurio sugiere que el estrés oxidativo es uno de los mecanismos que contribuyen a la toxicidad, además de que se ha encontrado que el glutatión, el principal antioxidante intracelular, se encuentra depletado en esta intoxicación. De igual manera, la clínica de intoxicación por mercurio metálico dependerá de su vía de entrada, ya sea inhalación, ingesta o en casos de inyección se puede presentar por vía intravenosa, intramuscular o subcutánea. Sin embargo, hay pocos estudios realizados donde se presentan las manifestaciones osteomusculares por exposición al mercurio, destacamos los espasmos musculares, fibromialgias, temblores musculares, debilidad muscular, osteopenia y osteoporosis en la intoxicación crónica.
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