Editorial - (2020) Volume 16, Issue 2
1Médico, Facultad de Medicina, Universidad Libre seccional Barranquilla
2Médico, Facultad de Medicina, Universidad de Cartagena, Colombia
3Médico, Facultad de Medicina, Universidad del Sinú, Cartagena
4Neurólogo, Profesor de Medicina Universidad Rafael Núñez, Colombia
5Neurocirujano, Facultad de Medicina, Universidad de Cartagena, Colombia
6Centro de investigaciones Biomédicas, línea Cartagena Neurotrauma Research Group, Facultad de Medicina - Universidad de Cartagena, Cartagena Colombia
Editorial
El Helicobacter pylori es una bacteria gramnegativa unipolar y microaerofílica en espiral, formada por 5 principales familias de proteínas en su membrana externa, la cual está compuesta por fosfolípidos, lipopolisacáridos y glucósidos de colesterol; presenta de dos a seis flagelos y produce enzimas como oxidasa, catalasa y ureasa; y por esta última, es capaz de vivir en el ambiente hostil del estómago, neutralizando la acidez del moco que rodea a las bacterias [1].
Produce una estimulación rápida de las interleucinas, interferón gamma, factores de necrosis tumoral, los linfocitos T y las células fagocíticas. Además, diversos factores de virulencia que incluyen principalmente la producción de citotoxina A (VacA) y alrededor del 50% de las cepas de H. pylori producen Cag A, que se ha relacionado específicamente con enfermedades cardíacas. Asimismo, el H. pylori contiene una proteína de choque térmico 60, que puede inducir una reacción cruzada inmune con la proteína de choque térmico humana, conduciendo a una reacción autoinmune e inflamación local de la arteria [2].
La estimulación inflamatoria crónica debida a la infección bacteriana en el intestino y los órganos gástricos, produce más inducción de dislipidemia, aumenta los niveles de fibrinógeno, estimula la liberación de proteína C reactiva, aumenta los leucocitos y la homocisteína [3]. Además, puede inducir un estado de hipercoagulabilidad, que afecta la motilidad de los vasos sanguíneos y provoca disfunciones endoteliales. Lo anterior aumenta el riesgo de oclusión arterial y por ende el riesgo de eventos cardiovasculares. Roubaud-Baudron, et al. [4] llegaron a la conclusión que el impacto en la enfermedad cardiovascular de la infección por H. pylori, puede atribuirse a lesiones cerebrovasculares y neuroinflamación, por lo que estas observaciones han llevado a la hipótesis que la erradicación de la infección por H. pylori podría modular procesos neuroinflamatorios.
Entre las primeras investigaciones realizadas, en 2001 Grau et al. [5], tomaron 109 pacientes con ACV y 82 controles a quienes analizaron los títulos de anticuerpos IgG contra H. pylori, encontrando que los títulos de anticuerpos eran significativamente mayores en los casos que en los controles (P<0.0007) y su presencia incrementaba en 3,6 veces el riesgo de ACV de origen aterotrombótico. Cuatro años después, un estudio de casos y controles determinó que la infección crónica por H. pylori se asociaba a mayor riesgo de ACV por isquemia de pequeños vasos (OR 9.68; IC 95% 3.56–33.08) [6].
Posteriormente, en el año 2019, Shindler?Itskovitch et al. [7], realizaron un estudio de corte transversal en una población de 25 a 95 años de edad, encontrando que la probabilidad de accidente cerebrovascular aumentaba en relación a la infección por H. pylori (OR 1.16, IC 95% 1.04?1.29). Resultados similares han sido reportados en otros estudios, tales como el de Huang et. al., en el que con una muestra de 17332 pacientes con infección por H. pylori crónico vs. 69328 controles, se encontró una mayor incidencia y riesgo de ACV no embolico, resultados contundentes y estadísticamente significativos [8]. No obstante, estudios recientes evidencian que la infección por esta bacteria no solo se relaciona con eventos cardiovasculares sino que también podría estar asociado, como factor de riesgo para alteraciones cognitivas en adultos maores [9].
Teniendo en cuenta lo anterior, se necesitan más investigaciones que evalúen el impacto de la coinfección y erradicación del H. pylori, debido a que esta bacteria tiene una amplia distribución mundial y por ende un alto número de personas son portadores crónicos y podrían tener un mayor riesgo de enfermedades cardiocerebrovasculares.
26982